NOTRE-DAME DE FONTGOMBAULT (Indre, 1948)
Le monastère de Fontgombault fut fondé en 1091 par Pierre de l'Étoile, avec des ermites qui vivaient dans les environs. L'abbaye fut fermée en 1742. À partir de 1849, une communauté de moines cisterciens y vécut jusqu'en 1905. En 1948, le monastère fut restauré par un groupe de moines venus de Saint-Pierre de Solesmes.
ABBAYE NOTRE-DAME DE FONTGOMBAULT
36220 FONTGOMBAULT
FRANCE
Tél. : 02 54 37 12 03
Fax : 02 54 37 12 56


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ABBAYE NOTRE-DAME DE DONEZAN - CARCARNIÈRES

Ce monastère a été fondé par l’abbaye de Fontgombault (Indre) à l’automne 1994 sur le site de Gaussan. Dans le but de trouver une plus grande solitude, le monastère se déplace maintenant dans un endroit encore plus reculé. 

Communauté AbbayeAbbaye Saint Paul Wisques . Choeur de l'église de l'Abbaye Notre Dame deTriorsL'abbaye Notre-Dame de Triors renoue avec un long passé monastique : en 1984, quatorze moines bénédictins de Fontgombault répondent à l'invitation qui leur est faite de s'établir dans le château de Triors construit au XVII° siècle par Charles de Lionne de Lesseins, abbé commendataire de Saint-Calais non loin de Solesmes.
    Le site, ample plateau verdoyant adossé aux collines et face au Vercors, se prête à la vie de silence et de travail des moines, qui y perpétuent la tradition monastique de la région.
procession
La vie bénédictine interrompue par la Révolution est restaurée en France par Dom Guéranger, en 1833, à Solesmes (Sarthe).
C'est cette communauté qui relève l'antique abbaye de Fontgombault (Indre) en 1948.
Envoyés de Fontgombault, les premiers moines arrivent à Randol en mai 1971 et le nouveau monastère est "inauguré" le 16 octobre de la même année.
Le prieuré de Randol est érigé en Abbaye la 21 mars 1981 et le premier Abbé de Randol, Dom Éric de Lesquen, reçoit la bénédiction de l'évêque de Clermont, le 24 juin de cette même année.
La dédicace de l'église abbatiale est célébrée solennellement le 5 octobre 1985.

Le 15 novembre 2003, les moines de Randol élisent leur deuxième Abbé, Dom Bertrand de Hédouville, qui reçoit la bénédiction le 30 janvier 2004. 

There were so many vocations that Fontgombault had to found new monasteries. As the American novices needed to get a solid formation, the project to found in America was put off for many years, but not forgotten.
Beginning in 1991, Dom Antoine Forgeot, abbot of Notre-Dame de Fontgombault Abbey began to make exploratory trips to the United States, accompanied by Dom Francis Bethel. After visiting many sites in several states and after many hesitations, a property was found in 1998, in the diocese of Tulsa, Oklahoma, that struck the abbot and many others as very well suited for the American foundation. It was a ranch located along Clear Creek. The idea was approved by the Chapter of the French abbey and on the feast of the Assumption of that same year 1998, a charter was signed between the abbot of Fontgombault and the bishop of Tulsa formally recognizing the existence of the new foundation.

domingo, 11 de outubro de 2015

Dom Jean Pateau Abad de Nuestra Señora de Fontgombault : “Rodeen al Sínodo con las cuentas del Rosario”. “No podemos renunciar a la verdad del Evangelio sobre la familia”

Sermón Fontgombault – Festividad del Rosario: “Rodeen al Sínodo con las cuentas del Rosario”.
“No podemos renunciar a la verdad del Evangelio sobre la familia”
EL SANTÍSIMO ROSARIO DE LA BENDITA VIRGEN MARÍA
madonna-interior
Sermón del Reverendo Sermón Fontgombault – Festividad del Rosario: “Rodeen al Sínodo con las cuentas del Rosario”.
“No podemos renunciar a la verdad del Evangelio sobre la familia”
EL SANTÍSIMO ROSARIO DE LA BENDITA VIRGEN MARÍA
madonna-interior
Sermón del Reverendo Dom Jean Pateau
Abad de Nuestra Señora de Fontgombault
(Fontgombault, 7 de octubre de 2015)
Queridos hermanos y hermanas:
Mis amadísimos hijos:
La festividad del Santísimo Rosario adquiere una importancia especial este año. El domingo pasado, en Roma, se inauguró la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos; está dedicada a la familia y versa sobre el tema: “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y el mundo contemporáneo”.
María nos invita a rodear esta Asamblea con las cuentas de nuestros rosarios diarios, para que la voluntad de Dios sobre la familia sea buscada por todos, discernida y ofrecida con misericordia al mundo de hoy.  El mundo espera de la Iglesia la Buena Nueva del Evangelio.  No debemos renunciar a la completa verdad sobre la familia que los papas Pablo VI y san Juan Pablo II enseñaron de una forma muy clara, perderíamos entonces el entusiasmo por la misión, tendríamos que renunciar nosotros mismos a ser vencidos por el espíritu del mundo, que –aunque pretende conquistar– no tiene sin embargo nada nuevo que ofrecer.
Mientras se pueden escuchar voces que disienten entre los Padres del Sínodo, la inminente canonización de los esposos Martín es un signo de esperanza.  Que el Espíritu Santo ilumine la mente de los verdaderos defensores de la familia.  Las jóvenes Iglesias de África y Asia viven el fervor de la evangelización.
Aprendamos de ellos a recuperar nuestro fervor prístino.
Pidamos la gracia de la humildad ante la verdad que viene de Dios para los Padres del Sínodo.
En esta festividad del Santísimo Rosario, valdría la pena citar las palabras del santo Cura de Ars:
“La humildad es a la virtud lo que la cadena es al rosario: si quitas la cadena, todas las cuentas se dispersan; si quitas la humildad, todas las virtudes se disipan”.
Durante estos días, a fin de hacer más concreta nuestra unión con los Padres del Sínodo, podríamos seleccionar algunos misterios del Rosario que se pueden considerar más especialmente concernientes a la familia.
Los misterios gozosos, que se centran en María y la Sagrada Familia, responden naturalmente a esta categoría.  Mientras meditamos la Anunciación de Nazaret, La Visitación, el Nacimiento en Belén, la Presentación en el Templo y el Niño Jesús perdido y hallado en el Templo, podemos concluir gracias a ellos que Dios está presente en cada familia humana.
Si María, a través de su , concibe en su vientre a su Hijo Jesús bajo la sombra del Espíritu Santo, cada concepción es también un gran  a la operación divina, es la ocasión de un trabajo conjunto entre Dios y los padres, que no son sino procreadores.
La Visitación nos invita a considerar la práctica de la caridad y el apoyo mutuo en las familias. Tantas historias que mejor serían olvidadas…
La Natividad nos recuerda la sencillez de una familia humana: un hombre, una mujer y un niño; y nos sugiere maravillarnos ante un niño, que es el fruto y la materialización del amor.
Todo esto concluye en una acción de gracias con la Presentación en el Templo. Por último, cada familia debe recordar, a través del misterio del Hallazgo en el Templo, que no vive por sí misma ni para sí misma, sino que es Dios quien le da vida, y hacia Él caminan sus miembros.
La familia, cuando es concebida de acuerdo al diseño de Dios, nos ofrece una visión de la luz.  Está abierta a la vida, es un lugar de caridad y misericordia.  Separada de Dios, pierde su orientación y significado.  El niño se vuelve irrelevante, mientras el don recíproco de los cónyuges se vuelve meramente una búsqueda de comodidad personal.  El calor en el hogar se apaga, la humanidad se extingue.
Además de los misterios gozosos, los misterios gloriosos, que son misterios celestiales, describen a otra familia, la de Dios.  La comunión de la Trinidad se ofrece de hecho para nuestra meditación a través de las Personas del Verbo (Resurrección), el Padre (Ascensión: asciendo hasta mi Padre) y el Espíritu Santo (Pentecostés): un Dios en tres personas.  Para toda la eternidad, el Padre engendra al Hijo, que es Dios.
El Espíritu Santo es también Dios, procede del Padre y del Hijo.  En el seno de Dios, encontramos la fecundidad del amor y la radicalidad del regalo.
En los últimos dos misterios gloriosos, la Asunción y la Coronación en el Cielo, María se une a esta comunión, con los escogidos de todos los tiempos, para ser coronada en medio de ellos.
Que el Santo Rosario sea nuestra compañía constante durante nuestras vidas.  Cada cuenta que se desliza por nuestros dedos ocupa un lugar en la cadena que nos une al Cielo.  Algún día, llegará a ser completa; Dios entonces tirará de su fin y María nos reconocerá como sus hijos.
Amén.
[Traducido por Rocío Salas. Artículo original]
(Fontgombault, 7 de octubre de 2015)
Queridos hermanos y hermanas:
Mis amadísimos hijos:
La festividad del Santísimo Rosario adquiere una importancia especial este año. El domingo pasado, en Roma, se inauguró la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de Obispos; está dedicada a la familia y versa sobre el tema: “La vocación y misión de la familia en la Iglesia y el mundo contemporáneo”.
María nos invita a rodear esta Asamblea con las cuentas de nuestros rosarios diarios, para que la voluntad de Dios sobre la familia sea buscada por todos, discernida y ofrecida con misericordia al mundo de hoy.  El mundo espera de la Iglesia la Buena Nueva del Evangelio.  No debemos renunciar a la completa verdad sobre la familia que los papas Pablo VI y san Juan Pablo II enseñaron de una forma muy clara, perderíamos entonces el entusiasmo por la misión, tendríamos que renunciar nosotros mismos a ser vencidos por el espíritu del mundo, que –aunque pretende conquistar– no tiene sin embargo nada nuevo que ofrecer.
Mientras se pueden escuchar voces que disienten entre los Padres del Sínodo, la inminente canonización de los esposos Martín es un signo de esperanza.  Que el Espíritu Santo ilumine la mente de los verdaderos defensores de la familia.  Las jóvenes Iglesias de África y Asia viven el fervor de la evangelización.
Aprendamos de ellos a recuperar nuestro fervor prístino.
Pidamos la gracia de la humildad ante la verdad que viene de Dios para los Padres del Sínodo.
En esta festividad del Santísimo Rosario, valdría la pena citar las palabras del santo Cura de Ars:
“La humildad es a la virtud lo que la cadena es al rosario: si quitas la cadena, todas las cuentas se dispersan; si quitas la humildad, todas las virtudes se disipan”.
Durante estos días, a fin de hacer más concreta nuestra unión con los Padres del Sínodo, podríamos seleccionar algunos misterios del Rosario que se pueden considerar más especialmente concernientes a la familia.
Los misterios gozosos, que se centran en María y la Sagrada Familia, responden naturalmente a esta categoría.  Mientras meditamos la Anunciación de Nazaret, La Visitación, el Nacimiento en Belén, la Presentación en el Templo y el Niño Jesús perdido y hallado en el Templo, podemos concluir gracias a ellos que Dios está presente en cada familia humana.
Si María, a través de su , concibe en su vientre a su Hijo Jesús bajo la sombra del Espíritu Santo, cada concepción es también un gran  a la operación divina, es la ocasión de un trabajo conjunto entre Dios y los padres, que no son sino procreadores.
La Visitación nos invita a considerar la práctica de la caridad y el apoyo mutuo en las familias. Tantas historias que mejor serían olvidadas…
La Natividad nos recuerda la sencillez de una familia humana: un hombre, una mujer y un niño; y nos sugiere maravillarnos ante un niño, que es el fruto y la materialización del amor.
Todo esto concluye en una acción de gracias con la Presentación en el Templo. Por último, cada familia debe recordar, a través del misterio del Hallazgo en el Templo, que no vive por sí misma ni para sí misma, sino que es Dios quien le da vida, y hacia Él caminan sus miembros.
La familia, cuando es concebida de acuerdo al diseño de Dios, nos ofrece una visión de la luz.  Está abierta a la vida, es un lugar de caridad y misericordia.  Separada de Dios, pierde su orientación y significado.  El niño se vuelve irrelevante, mientras el don recíproco de los cónyuges se vuelve meramente una búsqueda de comodidad personal.  El calor en el hogar se apaga, la humanidad se extingue.
Además de los misterios gozosos, los misterios gloriosos, que son misterios celestiales, describen a otra familia, la de Dios.  La comunión de la Trinidad se ofrece de hecho para nuestra meditación a través de las Personas del Verbo (Resurrección), el Padre (Ascensión: asciendo hasta mi Padre) y el Espíritu Santo (Pentecostés): un Dios en tres personas.  Para toda la eternidad, el Padre engendra al Hijo, que es Dios.
El Espíritu Santo es también Dios, procede del Padre y del Hijo.  En el seno de Dios, encontramos la fecundidad del amor y la radicalidad del regalo.
En los últimos dos misterios gloriosos, la Asunción y la Coronación en el Cielo, María se une a esta comunión, con los escogidos de todos los tiempos, para ser coronada en medio de ellos.
Que el Santo Rosario sea nuestra compañía constante durante nuestras vidas.  Cada cuenta que se desliza por nuestros dedos ocupa un lugar en la cadena que nos une al Cielo.  Algún día, llegará a ser completa; Dios entonces tirará de su fin y María nos reconocerá como sus hijos.
Amén.
[Traducido por Rocío Salas. Artículo original]

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